Todos queremos ser felices pero pocos trabajan para ello. Creemos que nuestra felicidad es responsabilidad del afuera, primero de nuestros padres y de las circunstancias en que crecimos y luego de la suerte que nace con unos y le es negada a otros. Entonces somos víctimas de las circunstancias, y el afuera o alguien allí es culpable de mí no felicidad.
Es más fácil ser víctima, culpar a otros, ser envidioso de la suerte de otros que por cierto no merecen pero yo si, y también es más conveniente quejarme que trabajar y experimentar lo que deseo.
Muchas veces me es más fácil continuar en este círculo de víctima y queja, de envidia hacia otros, que en trabajar y esforzarme por experimentar lo que quiero vivir.
Dar el paso a ser feliz es hacerme responsable, es ser adulto, es crecer, es trabajar por ello, y es salir de mi zona de comodidad.
También puede surgir miedo si me permito experimentar la felicidad, ya que surge el miedo a lo desconocido, a lo que no me es familiar, y mejor decido quedarme en el mismo círculo. También puede surgir el miedo a la pérdida, a tener lo que deseo y luego perderlo; así que me protejo y me quedo donde estoy para no arriesgarme, y no perder.
Si no estás listo pues también está bien. De todo proceso aprendemos, y un día estarás tan cansado o algo surgirá que te hará salir del círculo y trabajar.
Cuando decidas trabajar para experimentar felicidad no temporal, entonces debes tener voluntad para ello.
Entonces respondes si quieres ser feliz, y surge en ti la voluntad de serlo. Y ahora qué? Tienes la voluntad. Y ahora qué?
Ahora es sincronizar tus pensamientos con lo que deseas vivir. Es darte un espacio contigo mismo para preguntarte quién eres? Qué quieres? Es darte la oportunidad y el permiso de decidir qué quieres, y a la vez anotar lo que surge mientras lo piensas o lo elaboras. Allí hay información valiosa, pues ahí brotan los miedos y las excusas que te dejan ver qué hay en tu mente, qué te limita. Anótalas mientras surgen, y déjalas en el papel por ahora. Sigue volando y permitiéndote concluir qué quieres o como te quieres ver si todas esas limitaciones o miedos no estuvieran presentes.
Ya sabiendo que quieres, y habiendo identificado limitaciones y excusas, entonces a diario se consciente de los pensamientos que hay en ti, y evalúa si ellos apoyan lo que quieres vivir o si por el contrario te limitan. Ve haciendo a diario consciencia de tus pensamientos, y ve sincronizándolos con lo que quieres vivir.
Que lo que quieres vivir sea posible o real no es lo importante ahora, lo esencial es que sabes qué quieres, que has identificado miedos, excusas y limitaciones. Que sabes cuales son los enemigos que habitan en tu mente para lograr lo que quieres, y que en ese proceso estás aprendiendo de ti; que están brotando muchas cosas que son oportunidades para sanar e irte liberando de tus propios enemigos mentales.
Ya con este proceso estás ganando, estás haciendo consciencia, estás despertando de la matriz que hay en tu mente; estás vaciando de tu mente lo que no sirve, y estás empezando a llenarla con lo que si te sirve.
También es aceptar que donde estás, es donde quisiste estar, y que si quieres algo diferente, entonces debes construirlo, debes trabajarlo.
Ya no estás sembrando verduras cuando lo que quieres son frutas. Ya estás consciente de lo que quieres sembrar, pero antes hay que limpiar el terreno y alisarlo para sembrar; entonces luego si podrás sembrar y posteriormente recoger la cosecha. Todo esto requiere tiempo, paciencia, aceptación, trabajo, voluntad y persistencia.
Es a la vez ser consciente que durante el camino todo lo que vaya surgiendo es parte de la experiencia, es aceptarlo tal y como se presenta. Ese proceso es también para aprender de ti mismo e ir tomando cada oportunidad que da la vida para sanar lo que vaya brotando, e ir aprendiendo a amarte y amar incondicionalmente a otros, como también sirviéndoles con humildad.
Ese proceso te permite trabajar todos esos valores y por lo tanto creces espiritualmente -que es el fin verdadero-, la felicidad verdadera.